Los productos ecológicos vegetales respetan los ciclos naturales de los cultivos, evitando la degradación de los ecosistemas. Al no agotar los suelos, no es necesario un abono químico que los contamine. Algunas prácticas favorecen el equilibrio natural: rotación de cultivos, asociación, abono verde, setos… De este modo se potencia la fertilidad natural de los suelos y la capacidad productiva del sistema agrario. Los productos ecológicos se obtienen reciclando los nutrientes y elaborando compost, que se devuelve de nuevo al suelo.
Los productos orgánicos no incorporan sustancias o residuos que puedan ser perjudiciales para la salud humana o mermen su capacidad nutritiva, como pesticidas, herbicidas o insecticidas. No es imprescindible para conseguir fruta y verdura de calidad añadir sustancias de síntesis durante el cultivo o la conservación.
Existe la falsa creencia que las frutas y hortalizas ecológicas tienen un peor aspecto y un menor tamaño. Sin embargo una buena selección de semillas adaptadas al terreno de cultivo producen excelentes hortalizas ecológicas en forma y en tamaño e igual ocurre con la cuidada selección de patrones para árboles de frutales ecológicos.
La diversidad es muy importante para el funcionamiento de un ecosistema, pues permite un aprovechamiento óptimo de los diferentes recursos que tiene a su disposición, tales como el suelo, el agua, el espacio o la luz.
Sin embargo en los sistemas agrarios actuales se tiende a simplificar, manteniendo unas pocas especies en cultivo. Además, no siempre son especies autóctonas o bien adaptadas, con lo que requieren más “ayuda química” para salir adelante.
Los productos agrícolas ecológicos se cultivan mediante las siguientes técnicas: